LO SENCILLO Y HUMILDE...

Mi hambre era mayor cuando he ido a la cocina, he encontrado un puñaito de lentejas que deje sin hacer la última vez que me apeteció escaparme del arroz y los frijoles, eran muy pocas, quizás sólo para un plato. Todo el mundo dice que es muy difícil cocinar para uno solo, pero no me apetecía ir a la venta a comprar, hacia mucho calor. Con una cacerola pequeña he comenzado a cocinar tras una hora de tener a mis niñas en remojo más fresquitas que yo. No tenia zanahoria pero si pimiento, he puesto dos patatas pequeñas y he vertido al cocido tres tomatitos rayados haciendo honor a mi etapa catalana, que hoy no me apetece aderezar con pimentón. Media cebolla sofrita y otra media cayena y mucho fuego lento. Creo que una persona comienza a ser alguien en el arte culinario cuando se da cuenta que lo mejor que hay en el mundo, a parte de un cuchillo bien afilado, buenas especies y los pimientos, es el maravilloso fuego lento. Ver como engordan mis lentejas al ritmo pausado del glu.glu.glu es un placer más de la vida.

Me han sabido muy ricas, aunque tras la autocrítica he pensado que le sobraba tomate. Sólo tenía pan de molde tostado, toda una lastima. Son muchos meses ya comiendo sin pan y un panarras mendiga con lo que sea.

Han salido para plato y medio y todo me lo he comido.

A veces había baile y siempre siempre conversación